Aunque se acerca a la treintena, Hiroto lleva una vida despreocupada y alegre encadenando trabajos a tiempo parcial que le den el dinero suficiente como para poder mantenerse. Vive en una destartalada casa que le dejó en herencia una anciana del barrio con la que mantenía amistad y no parece tener mucho interés en lo que le depare el futuro. Al menos, hasta que Natsumi, su aplicada prima del pueblo, se traslada a vivir con él porque va a cursar Bellas Artes en la universidad. Fruto de su convivencia, los dos aprenderán valiosas lecciones.