Yôko se cuela en una nueva casa y allí se encuentra con dos chicos idénticos. Forman parte de un grupo poblacional cuya existencia no está reconocida en la sociedad: los heihaizi, uno de los efectos adversos de la política china del hijo único. Sin pretenderlo, Yôko se ve involucrada en su conflicto.
Tras su primer encuentro con las sanguijuelas, Yôko se da cuenta que hay muchas formas de llegar a convertirse en una. Y, por el momento, ninguna parece fácil o agradable. Atacar o defenderse, ¿qué decisión tomar cuando no se quiere ser víctima, pero tampoco verdugo?